¿POR QUE BEBEMOS?


¿Por qué bebemos alcohol?


Propensión genética, características individuales o influencia del entorno social son factores que pueden impulsar a las personas a la bebida.


Hormigueo en el estómago, aumento del ritmo cardiaco y respiratorio o transpiración excesiva son síntomas bien conocidos por personas con ansiedad anticipatoria y actúan como mecanismos de alerta cuando éstas se enfrentan a la necesidad de hablar en público. El 16 por ciento de la población (una de cada siete personas) experimenta este tipo de respuestas al prever una situación embarazosa o estresante.Según informa el doctor Alan B. MacDonald, psicólogo de la Universidad de Dalhousie, en Estados Unidos, “las personas con problemas de alcoholismo muestran niveles más altos de ansiedad anticipatoria que el resto de la población”, lo cual le llevó a emprender investigación para probar si el consumo de bebidas alcohólicas mitigaba los síntomas ansiosos en individuos con este tipo de problemas.Hombres y mujeres experimentan distintos grados de ansiedad a lo largo de sus vidas, pero la ansiedad anticipatoria se muestra en aquellas personas que temen enfrentarse a una situación por los síntomas ansiosos que ésta les pudiera provocar. “Nuestra investigación sostiene la idea de que las personas con una alta ansiedad anticipatoria beben para poder evitar las sensaciones desagradables que pueden sufrir en un momento de estrés”, indica el doctor MacDonald.Tras someter a un grupo de participantes a ejercicios de hiperventilación con el fin de provocar en ellos estas sensaciones, el equipo de investigadores de la Universidad de Dalhousie les preguntó sobre tres aspectos: temores (tales como miedo a perder el control), sensaciones negativas (estado nervioso, por ejemplo) o síntomas corporales (aumento en el ritmo cardiaco). Más tarde les fueron administradas dos dosis diferentes de alcohol (una alta y otra baja) con el fin de observar si las situaciones variaban tras la ingesta de bebidas alcohólicas.Los responsables del estudio clasificaron a los participantes en función de si mostraban niveles altos o bajos de ansiedad anticipatoria. Aquellas personas con una marcada ansiedad anticipatoria declararon haber dejado de experimentar los síntomas negativos en mayor medida tras el consumo de alcohol que las personas que no padecían este trastorno. “No estamos diciendo que las personas ansiosas necesariamente tiendan a abusar del alcohol, pero parece que constituyen un importante grupo de riesgo para esta adicción”, añade el doctor MacDonald. Según los investigadores, un tratamiento adecuado de la ansiedad anticipatoria mantendría a las personas que la padecen alejadas del alcohol.

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